Fidela era un colibrí tan ingenuo e inocente que en vez de desconfiar de los extraños se acercaba para hacerse amiga... Era un picaflor, se acercaba hasta donde un picaflor puede acercarse...
Vieron que los picaflores se acercan y se alejan, aletean y aletean. Son tan diminutos, inquietos, y sigilosos que hasta parecen hadas... si un los mira rápido y con los ojos achinados...¡Atendeme!...Moviendo la cara de un lado a otro y entre cerrando los ojos. ¿Decime que no?
Pero a veces se posan en una ramita y los ves ahí tan quietitos, que hasta dudas de que sea un colibrí.
Dice una leyenda guaraní que el colibrí viene a contarnos que las almas que amamos están bien[1]Y bueno a Fidela le tocaba comunicar ese mensaje.
Antes de ser colibrí había sido una mujer muy luchadora. Había criado ocho niños, entre los cuales se encontraba su sobrino. Se había casado con el viudo de su hermana mayor no por elección, más bien por promesa. Fue muy obediente en casi todo: crió el hijo de su hermana como está se lo había pedido antes de partir, cumplió con su deber de esposa como lo exige la sociedad, y le dio siete hijos más a su marido. Les enseño a sus hijos que cada acto tiene una consecuencia, que se podía pelear cantando y bailar con las puertas. Y cuando todos ellos volaron lejos de casa, ella también voló. Se fue a coser ropa de muñecas con la ilusión de que cuando le toque partir pueda ser picaflor. “Cuenta una leyenda guaraní que la muerte no es el final de la vida, pues el hombre, al morir, abandona el cuerpo en la Tierra pero el alma continúa su existencia; se desprende y vuela a ocultarse en una flor a la espera de un mágico ser. Entonces aparece un colibrí y recoge las almas para guiarlas amorosamente al Paraíso. Esta es la razón de que vuele de flor en flor.”[2]
Les dijo a sus hijos y nietos que siempre que vean uno de estos pajaritos tan particulares recuerden esto y también a ella. Cada vez que veo un colibrí, pienso en Fidela aunque no la conocí y me digo a mi misma: ¡qué lindo! segura de que mis seres queridos están siendo libres por ahí.
Fidela a pesar de ser ingenua e inocente siempre logro zafar de esos extraños mentirosos de los que quiso escapar, cumpliendo así su misión de mensajera mejor que una paloma. Siguió confiando en la gente... hasta donde en la gente se puede confiar.
[1] Recuperado de: https://www.elsenderodelchaman.com/leyendas-y-mitos-ancestrales/la-leyenda-del-colibri/
[2] Ibidem