Esta navidad se juntaron sólo los más cercanos a festejar. Después de poner la mesa con todas esas cositas lindas que se suelen usar para decorar: manteles rojos, servilletas, posavasos,chirimbolos con motivos navideños. Todos se sentaron a comer como Chanchos un Chancho hasta que se hicieran las doce. El mejor momento para la inocencia porque es cuando se entregan los regalos.Pero bueno no todas las navidades son iguales, no. Está vez se habían sentado la paciencia, el amor, el espíritu navideño, la inocencia, la pena, la voluntad, la conciliación y el orden a la mesa. Todos comían y conversaban, mientras la inocencia, que ya había comido primero, jugaba con la tablet. Después de comer, se hicieron las doce y el árbol se llenó de regalos. Había para todos, no solo para la inocencia. La conciliación saco algunas fotos para mandar al grupo de la familia. Y después a acomodarse para ir a dormir... Se quedaban todos juntos. Es peligroso volver tarde a casa. La pena andaba bastante mal de las piernas, la voluntad, la paciencia y el orden se venían turnando para ayudarla a movilizarse. De pronto la pena empezó a hacer de las suyas y picó tanto los sesos que se armó la de San Quintín!
¡Uf! ¿quien hubiera imaginado quilombo semejante? La voluntad agarro a la pena de la oreja y del brazo con mucha fuerza y está que estaba totalmente negada le revolvió un cachetaso que no logró embocar. La paciencia pedía ayuda al orden para que interviniera, pero se vino corriendo la conciliación a los gritos. Pensaba poner paños fríos! Pero a los gritos! Y se encerró en el baño, esperando que la pena tomara un poco de conciencia y se contagiara de la voluntad que tanto había logrado.
Se calmaron un poco los ánimos, ya solo la ayudaba la paciencia y el amor que andaba desorientado por ahí tratando de hacer algo. De pronto se escucha a la pena como seguía quejándose y protestando sin parar. ¡Ah No! Dice el espíritu navideño, que había estado bastante calmado hasta entonces. ¡Y se transformó! Dejo sus hábitos y empezó a revolear cosas. Empezó Inculpando a la pena de ser siempre la misma, la que arruina todas las fiestas. Por suerte esta vez intervienen el orden y la paciencia (que nunca perdió su forma) separando al espíritu navideño de la pena y pidiéndole al amor que se quedara a dormir con ella. Viste que a veces parece que va ser tan tranquilo todo, tanto que aburre, pero no de repente se arma un tole tole tal! Cómo dice la canción “Que el silencio anuncia el ruido. De la calma que antecede al huracán”