A Lili le gusta volar y en el aire hacer piruetas. Es una libélula coqueta, flaquita y de un gran corazón. Tenía una pelota dorada, que le había regalado un cocodrilo. La entristecía el hecho de no poder hacer que con facilidad, rebote de su cola a la cabeza. Voló y voló desde el río hasta el mar, le gustaría encontrar alguien que la pueda orientar. Cansada de tanto andar se posó sobre un gran caracol. Mientras observaba el atardecer, se acercó una ballena y le pregunto. ¿Porque estás tan acongojada? ¿Estas perdida? ¿Te puedo ayudar? No estoy perdida señora ballena, me gustan mucho las piruletas, dar volteretas y realizar malabares. Pero no puedo hacer que de mi cola a la cabeza brinque esta pelota dorada. Bella libélula no te preocupes, que yo te pueda ayudar. Esa pelota es muy dura, y por su material no rebota. Pero tienes mucha suerte porque hoy encontré una rareza en el mar, tres pelotitas de sal de distintos colores. Creo que te pueden gustar. ¡Muchas Gracias! ¡Qué alegría! ¿Y cómo le puedo agradecer? ¡Le voy a dar a cambio la pelota dorada! Que combina con el azul de su piel. Y así Lili se despidió de su amiga la ballena. Y se fue por donde vino, sin parar de realizar, piruetas, malabares y volteretas sobre el mar.
[Escrito y dibujado para Reina Osa]